20 de marzo de 2007

NUEVA PROFESORA DE EDUCACIÓN DE LA FE CATÓLICA.

Sra. Tatiana Navarro

BIENVENIDA A LA NUEVA PROFESORA DE RELIGIÓN CATÓLICA

Sra. Tatiana Navarro. se incorpora a la planta del Liceo Corina Urbina Villanueva ella será quien estara junto a nuestra comunidad educativa, entregando lo mejor de sí misma y de su experiencia pastoral.
Exalumna del Liceo y con una basta experiencia de Pastoral Juvenil en el Decanato de San Felipe.
BIENVENIDA Y ESPERAMOS PROYECTES LO MEJOR DE TU PERSONA
EN CADA AULA QUE
FRECUENTES.

कम्प दे चुअरेस्मा दे फ्रातेर्निदाद 2007


DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN CATÓLICA


INVITA A TODA LA COMUNIDAD LICEANA A UNIRSE A LA TRADICIONAL CAMPAÑA DE CUARESMA DE FRATERNIDAD CONVOCADA PARA ESTE AÑO 2007।

CADA CURSO RECIBIRÁ UNA ALCANCÍA PARA IR DEPOSITANDO EN ELLA EL ESFUERZO DE CADA DÍA. LOS APORTES IRAN EN DIRECTA AYUDA DE LOS NIÑAS Y NIÑOS QUE VIVEN EN GRAVES CONDICIONES DE VULNERABILIDAD Y RIESGO SOCIAL. EL LICEO CORINA URBINA CADA AÑO AYUDA CON 53 ALCANCIAS EN CADA UNO DE LOS CURSOS. ES LA OPORTUNIDAD DE PODER HACER DE ESTA CAMPAÑA : ¿CUÁNDO NOS TOCARÁ A NOSOTROS? LA OCASIÓN DE HACER REALIDAD LA EDUCACIÓN TRANSVERSAL Y VALÓRICA EN CADA UNO DE LOS SECTORES Y SUBSECTORES DEL APRENDIZAJE. INCULCANDO EN NUESTRAS ALUMNAS EL VALOR ESENCIAL DE LA SOLIDARIDAD Y LA FRATERNIDAD. EL DEPARTAMENTO DE EDUCACIÓN RELIGIOSA CATÓLICA Y EVANGELICA, SE UNEN EN UN SINNÚMERO DE ACTIVIDADES PREPARATORIAS AL LA SEMA SANTA. VAMOS ENTONCES A COOLABORAR TODOS

PARA TU INTERES DE PROFUNDIZAR DIRIGETE A:
http://www.iglesia.cl




ARTE Y EDUCACiÓN . DOSSIER

ARTE Y EDUCACIÓN
"Una Posibilidad Metodológica Para Aplicar"
Arte, ambiente y escuela


¿Por qué enseñar Arte?


Frente al carácter tecnocrático que la educación ha ido adquiriendo ¿Cómo justificar el empleo de tiempo, esfuerzo y dinero en esta área concreta de la experiencia humana?


El Arte ha tenido dos vertientes originarias, una de ellas como nacimiento objetivado, para potenciar las labores manuales, la serialidad productiva (el plano/dibujo explicativo) las nuevas necesidades laborales y exigencias afines producto esencialmente de la revolución Industrial y digital, en donde, usualmente se observa un ánimo de aminorar el fenómeno creativo (la percepción instrumental de la Educación Artística y la educación en general), con una inserción “laboral”.


La otra mirada plantea que el Arte, conecta al ser humano con su entorno y consigo mismo. Ante ello, Eisner (1988) señala que la contribución del Arte para la experiencia y conocimiento del ser humano, se conecta directamente con la existencia y las variables que hacen de ella algo único e irrepetible. Pero, qué sucede cuando la medialidad no hace más que banalizar la imagen… ¿No es acaso el Arte con su carga analítica un contrafuerte?... ¿Quién es capaz de desconocer las posibilidades transformadoras que posee una idea que se vuelve una infinitud de aciertos diversos?...


Ante esto, Dewey (1934), se convierte en un clarividente cuando añade la mirada psicológica que dota a la creación artística de un carácter necesario y único para el sujeto (entendiendo por este a la inseparabilidad individuo/sociedad), señala que el Arte, es prueba de la reconstrucción que puede hacer el ser humano, generando una diversidad de manifestaciones, la conciencia de la “idea de Arte”, en palabras de Dewey, es “el mayor logro intelectual en la historia de la humanidad” (citado en Eisner, 1998:5). De lo anterior, se desprende que Dewey, concibe el Arte como una experiencia valiosa, que fortalece el acto de estar vivo, provocando la creación de emociones superiores, y haciendo de esta experiencia algo único, trascendente e irrepetible. Otro autor que argumenta el carácter único y valioso del Arte es Susanne Langer, cuando alude a la intuición y comprensión, visibilizando de esta forma las emociones como una cuestión cognitiva. No obstante, ¿Es esta complejidad liberadora la que molesta a quienes deciden obviar el Arte del currículum? (citada en Eisner, 1998)


Dewey (1934), señala la dificultad de comunicar aquello que rehuye al lenguaje, sin embargo, la comprensión, entendida por él como conocimiento genuino, es mucho más amplio que el discurso, ésta puede expresarse y plasmarse en una obra de Arte, en donde se “expresa el sentimiento”, materializándolo, haciéndolo perceptible. Haciendo, en palabras de Henry James visible la “vida sensible”, en estructuras espacio-temporales comprensibles para la cognición (citado en Eisner, 1998). Esta mirada ratifica el hecho concreto (para los que lo necesitan en la aldea tecnocrática), de que el Arte une a los hombres haciendo que aquellos puedan, expresar estos sentimientos y los otros, lo que finalmente viene en facilitar la existencia de los mismos y su posterior transformación. Relegar la Educación Artística a otros fines como objetivo primero y fundamental (funcionales), es contradecir y adulterar la experiencia artística y de tal forma negar a los estudiantes todo lo que el Arte puede ofrecerles. Las visiones acerca de las posibilidades de la Educación Artística, una dirigida a lo laboral y estrictamente ejecutorial, con otra relacionada con la humanidad, son propuestas que actualmente conviven. En el caso chileno, la primera por sobre la segunda, desde la mirada productivista, esto se traduce en “readecuar” curricularmente los tiempos para especialidades técnicas o científicas a favor de una productividad que, por cierto, no se observa como mejor calidad de vida para la población. Ante esta realidad, Eisner (1998), señala cinco argumentos que justifican la presencia del Arte en la escuela, aduciendo que,1) posibilita el desarrollo de intereses que podrían ser satisfactorios; 2) libera emociones encerradas, siendo de naturaleza terapéutica; 3) permite el desarrollo del pensamiento creativo; 4) Es un apoyo para la compresión de las ciencias sociales; y 5) Favorece la coordinación. Estos argumentos, sientan sólidas bases del porqué es necesaria la educación de las Artes, analizándolos, se puede constatar que Eisner, considera el desarrollo de las Artes como constituyente esencial de la sociedad puesto que arguye tanto, razones individuales como sociales así como racionales y estéticas, para justificar la inclusión de estas en el currículum académico. Además, se puede señalar que éstas, tienen otro común denominador: el buen uso del tiempo de ocio.


Establecer funciones para el Arte, así como de la Educación Artística, es suponer que existen límites para este ámbito del conocimiento. Si fuere este el objetivo de la creación (lo funcional), el Arte se convierte en algo predecible y la investigación, experimentación como la reunión de ambas (investigación experimental), no serían aspectos propios de la creación y menos de la Educación Artística. La visión funcional de las Artes no es más que una mirada conductista que limita la investigación como acto natural y en el caso del Arte, en toda su esencia, reduciendo las posibilidades del discurso, la creación formal de obra, matérica y constructiva.


El Arte, visto de manera amplia, se origina en el deseo de expresar o dar a conocer una situación significativa, un ejemplo de ello, lo entrega el Arte rupestre en donde se evidencian las condiciones de vida y eventos considerados importantes por ellos y que de una u otra forma debían trascender a las nuevas generaciones.


Considerando los argumentos antes expuestos, ¿Es factible establecer espacios de acuerdo o puntos de partida, acerca del Arte?...


Hemos visto que esto, además de no ser posible en la mirada contemporánea tampoco resulta necesario, no sucediendo lo mismo con el manejo técnico (reconocimiento de los materiales y lenguajes que pueden concedernos). Ahora bien, desde el Arte, observar comprensivamente lo visionario es naturalmente una tarea de proporciones ¿Qué es lo visionario?, En algunas décadas más, ¿seguirá siéndolo?, de allí que la experiencia artística guarda como soporte fundamental su relación con el ser humano y las posibilidades inagotables que este se da y elabora, una vez más, Eisner (1998) “visionariamente” declara que, “Una función del Arte es ofrecer un sentido de lo visionario en la experiencia Humana” (1998: 9). Del mismo modo articula miradas tendientes al desarrollo de la sensibilidad, su provocación y ejercitación. La realidad es un espacio de las funciones que el Arte pudiera cumplir.


A partir de la observación del mundo real, Eisner (1998), establece una connotación social para esta alternativa; mas lo real no es una condición obligatoria para estos efectos; las orientaciones dadaístas, surrealistas y el expresionismo abstracto demuestran que la utilización de lo real como algo reconocible no es una cuestión obligatoria para la exposición de ideas y miradas. La cuestión no sólo radica en el “develar”, existe un espacio para el asombro y como lo han expuesto otros autores, acerca del afecto por la experiencia, el lugar de lo desconocido guarda luego una cognición previa que nos acerca al mismo reconstruyendo y perfeccionando las capacidades perceptoras de todos los sentidos y por efecto natural convertir estas sensaciones incluso en cuestiones funcionales con una innegable carga cultural observable no sólo en la materialidad sino en la música, los aromas, los ruidos el relato y la anécdota, por citar algunos, de otra forma dicho…


“En definitiva, el artista funciona frecuentemente como un crítico social y como un visionario. Su obra permite que aquellos de nosotros que poseemos menor capacidad de percepción, aprendamos a ver lo que permanecía oculto; habiendo visto lo oculto a través del Arte, conseguimos hacernos mejores” (Eisner, 1998:10).

Pero las Artes Visuales no sólo funcionan así, pues acuden igualmente a aspectos triviales de la existencia por el carácter mismo de lo trivial, como por establecer la existencia sin variación de lo mismo, haciendo visible la situación.


Luego de justificar la inclusión del Arte en la escuela, existe una interrelación aún no considerada, ¿cuál es la relación que se puede establecer entre educación, currículum y sociedad?...



EDUCACIÓN ARTÍSTICA EN LA ACTUAL POLÍTICA CURRICULAR CHILENA.

Una expresión en el currículum prescrito de enseñanza media. enero, 2007.

Bibliografía

· EISNER ELLIOT, Educar la visión artística, Barcelona, España. Editorial Paidós. 1998.

· DEWEY JOHN, Democracia y Educación, una introducción a la filosofía de la educación, Madrid. Ediciones Morata. 1998.


NUEVO PROFESOR EN ATENCIÓN AL ADULTO MAYOR 2007

Sr. Leonardo Alegría Aguirre - Enfermero Profesional

UN NUEVO PROFESOR PARA LA CARRERA DE ATENCIÓN AL ADULTO MAYOR



UN NUEVO PROFESOR EN EL ÁREA DE TÉCNICO PROFESIONAL, ATENCIÓN AL ADULTO MAYOR SE INCORPORA A NUESTRA CASA EDUCATIVA.

LE DESEAMOS UNA EXCELENTE PROYECCIÓN DE SUS CONOCIMIENTOS A NIVEL DE ENFERMERÍA EN NUESTRAS ALUMNAS.

SABEMOS QUE SU TRAYECTORIA PROFESIONAL ES DE GRAN RELEVANCIA EN EL VALLE DEL ACONCAGUA.


BIENVENIDO A NUESTRAS AULAS CENTENARIAS


QUE EL ESPIRITU DE NUESTRO PROYECTO EDUCATIVO INSTITUCIONAL INUNDE CADA UNA DE SUS CLASES.

नुएवो PROFESOR DE LENGUAJE Y COMUNICACIÓN EN NUESTRO LICEO


NUEVO PROFESOR DEL SECTOR DE LENGUAJE Y COMUNICACIÓN.


Sergio Aguilera Contreras

Profesor de Lenguaje y Comunicación



DAMOS LA MÁS CORDIAL BIENVENIDA A UN NUEVO PROFESOR DEL SECTOR DE LENGUAJE Y COMUNICACIÓN QUE SE INTEGRA AL DEPARTAMENTO DE ESTE SECTOR DEL APRENDIZAJE, A ENTREGAR LO MEJOR DE SU LABOR PEDAGOGICA Y DE SU EXPERIENCIA EN ESTA ÁREA.

MUY BIENVENIDO A NUESTRA COMUNIDAD EDUCATIVA CENTENARIA.

पोर UN PAÍS AL ALCANCE DE LOS NIÑOS. DOSSIER DE LECTURA


DOSSIER DE TRABAJO DE ORIENTACIÓN VOCACIONAL DESDE EL SECTOR DE LENGUAJE Y COMUNICACIÓN


Diseño Metodológico: Oscar Antonio García Cárdenas. Profesor de religión y Orientador Vocacional y Laboral


ESTE DOSSIER DE LECTURA TIENE COMO OBJETIVO PERMITIR UNA LECTO -COMPRENSIÓN EN LOS NÍVELES DE III Y IV MEDIO, EN DONDE LOS MAPAS DE PROGRESO DE APRENDIZAJE DEL´SECTOR DE LENGUAJE Y COMUNICACIÓN NOS INDICAN:

NIVEL 6: Lee comprensivamente textos de estructuras complejas que presenten diferentes visiones del mundo.

Interpreta y reinterpreta sentidos globales del texto a partir de inferencias complejas e información del contexto sociocultural de su producción.



TEMÁTICA: VALORICA .

LINKS DE INTERES ASOCIADOS AL TEXTO : http://www.educandonos.cl/comment/reply/707




Por un país al alcance de los niños*
En la ceremonia de entrega del informe de la Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo, el jueves pasado en el palacio de Nariño, el Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, pronuncio las siguientes palabras:





GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ


Los primeros españoles que vinieron al Nuevo Mundo vivían aturdidos por el canto de los pájaros, se marcaban con la pureza de los olores y agotaron en pocos años una especie exquisita de perros mudos que los indígenas criaban para comer. Muchos de ellos, y otros que llegarían después, eran criminales rasos en libertad condicional, que no tenían más razones para quedarse. Menos razones tendrían muy pronto los nativos para querer que se quedaran.

Cristóbal Colón, respaldado por una carta de los reyes de España para el emperador de China, había descubierto aquel paraíso por un error geográfico que cambió el rumbo de la historia. La víspera de su llegada, antes de oír el vuelo de las primeras aves en la oscuridad del océano, había percibido en el viento una fragancia de flores de la tierra que le pareció la cosa más dulce del mundo. En su diario de a bordo escribió que los nativos los recibieron en la playa como sus madres los parieron, que eran hermosos y de buena índole, y tan cándidos de natura, que cambiaban cuanto tenían por collares de colores y sonajas de latón. Pero su corazón perdió los estribos cuando descubrió que sus narigueras eran de oro, al igual que las pulseras, los collares, los aretes y las tobilleras; que tenían campanas de oro para jugar, y que algunos ocultaban sus vergüenzas con una cápsula de oro. Fue aquel esplendor ornamental, y no sus valores humanos, lo que condenó a los nativos a ser protagonistas del nuevo Génesis que empezaba aquel día. Muchos de ellos murieron sin saber de dónde habían venido los invasores. Muchos de éstos murieron sin saber dónde estaban. Cinco siglos después, los descendientes de ambos no acabamos de saber quiénes somos:

Era un mundo más descubierto de lo que se creyó entonces. Los incas, con diez millones de habitantes, tenían un estado legendario bien constituido, con ciudades monumentales en las cumbres andinas para tocar al dios solar. Tenían sistemas magistrales de cuenta y razón, y archivos y memorias de uso popular, que sorprendieron a los matemáticos de Europa, y un culto laborioso de las artes públicas, cuya obra magna fue el jardín del palacio imperial, con árboles y animales de oro y plata en tamaño natural. Los aztecas y los mayas habían plasmado su conciencia histórica en pirámides sagradas entre volcanes acezantes, y tenían emperadores clarividentes, astrónomos insignes y artesanos sabios que desconocían el uso industrial de la rueda, pero la utilizaban en los juguetes de los niños.

En la esquina de los dos grandes océanos se extendían cuarenta mil leguas cuadradas que Colón entrevió apenas en su cuarto viaje, y que hoy lleva su nombre: Colombia. Lo habitaban desde hacía unos doce mil años varias comunidades dispersas de lenguas diferentes y culturas distintas, y con sus Identidades propias bien definidas. No tenían una noción de Estado, ni unidad política entre ellas, pero habían descubierto el prodigio político de vivir como Iguales en las diferencias. Tenían sistemas antiguos de ciencia y educación, y una rica cosmología vinculada a sus obras de orfebres geniales y alfareros inspirados. Su madurez creativa se había propuesto incorporar el arte a la vida cotidiana -que tal vez sea el destino superior de las artes-, y lo consiguieron con aciertos memorables, tanto en los utensilios domésticos como en el modo de ser. El oro y las piedras preciosas no tenían para ellos un valor de cambio sino un poder cosmológico y artístico, pero los españoles los vieron con los ojos de Occidente: oro y piedras preciosas de sobra para dejar sin oficio a los alquimistas y empedrar los caminos del cielo con doblones de a cuatro. Esa fue la razón y la fuerza de la Conquista y la Colonia, y el origen real de lo que somos.

Tuvo que transcurrir un siglo para que los españoles conformaran el estado colonial, con un solo nombre, una sola lengua y un solo dios. Sus límites y su división política de doce provincias eran semejantes a los de hoy. Esto dio por primera vez la noción de un país centralista y burocratizado, y creó la Ilusión de una unidad nacional en el sopor de la Colonia. Ilusión pura, en una sociedad que era un modelo oscurantista de discriminación racial y violencia larvada, bajo el manto del Santo Oficio. Los tres o cuatro millones de indios que encontraron los españoles estaban reducidos a no más de un millón por la crueldad de los conquistadores y las enfermedades desconocidas que trajeron consigo. Pero el mestizaje era ya una fuerza demográfica incontenible. Los miles de esclavos africanos, traídos por la fuerza para los trabajos bárbaros de minas y haciendas, habían aportado una tercera dignidad al caldo criollo, con nuevos rituales de imaginación y nostalgia, y otros dioses remotos. Pero las leyes de Indias habían impuesto patrones milimétricos de segregación según el grado de sangre blanca dentro de cada raza: mestizos de distinciones varias, negros esclavos, negros libertos, mulatos de distintas escalas. Llegaron a distinguirse hasta dieciocho grados de mestizos, y los mismos blancos españoles segregaron a sus propios hijos como blancos criollos.
Los mestizos estaban descalificados para ciertos cargos de mando y gobierno y otros oficios públicos, o para ingresar en colegios y seminarios. Los negros carecían de todo, inclusive de un alma, no tenían derecho a entrar en el cielo ni en el infierno, y su sangre se consideraba impura hasta que fuera decantada por cuatro generaciones de blancos. Semejantes leyes no pudieron aplicarse con demasiado rigor por la dificultad de distinguir las intrincadas fronteras de las razas, y por la misma dinámica social del mestizaje, pero de todos modos aumentaron las tensiones y la violencia raciales. Hasta hace pocos años no se aceptaban todavía en los colegios de Colombia a los hijos de uniones libres. Los negros, Iguales en la ley, padecen todavía de muchas discriminaciones, además de las propias de la pobreza.

La generación de la Independencia perdió la primera oportunidad de liquidar esa herencia abominable. Aquella pléyade de jóvenes románticos inspirados en las luces de la Revolución Francesa, instauró una república moderna de buenas Intenciones, pero no logró eliminar los residuos de la Colonia. Ellos mismos no estuvieron a salvo de sus hados maléficos. Simón Bolívar, a los 35 años, había dado la orden de ejecutar ochocientos prisioneros españoles, inclusive a los enfermos de un hospital. Francisco de Paula Santander, a los 28, hizo fusilar a 38 prisioneros de la batalla de Boyacá, inclusive a su comandante. Algunos de los buenos propósitos de la república propiciaron de soslayo nuevas tensiones sociales de pobres y ricos, obreros y artesanos y otros grupos de marginales. La ferocidad de las guerras civiles del siglo XIX no fue ajena a esas desigualdades, como no lo fueron las numerosas conmociones políticas que han dejado un rastro de sangre a lo largo de nuestra historia.

Dos dones naturales nos han ayudado a sortear ese sino funesto, a suplir los vacíos de nuestra condición cultural y social, y a buscar a tientas nuestra Identidad. Uno es el don de la creatividad, expresión superior de la inteligencia humana. El otro es una arrasadora determinación de ascenso personal. Ambos, ayudados por una astucia casi sobrenatural, y tan útil para el bien como para el mal, fueron un recurso providencial de los indígenas contra los españoles desde el día mismo del desembarco. Para quitárselo de encima, mandaron a Colón de isla en isla, siempre a la isla siguiente, en busca de un rey vestido de oro que no había existido nunca. A los conquistadores alucinados por las novelas de caballería los engatusaron con descripciones de ciudades fantásticas construidas en oro puro, allí mismo, al otro lado de la loma. A todos los descaminaron con la fábula de El Dorado mítico que una vez al año se sumergía en su laguna sagrada con el cuerpo empolvado de oro. Tres obras maestras de una epopeya nacional, utilizadas por los indígenas como un instrumento para sobrevivir. Tal vez de esos talentos precolombinos nos viene también una plasticidad extraordinaria para asimilarnos con rapidez a cualquier medio y aprender sin dolor los oficios más disímiles: fakires en la India, camelleros en el Sahara o maestros de inglés en Nueva York.

Del lado hispánico, en cambio, tal vez nos venga el ser emigrantes congénitos con un espíritu de aventura que no elude los riesgos. Todo lo contrario: los buscamos. De unos cinco millones de colombianos que viven en el exterior, la inmensa mayoría se fue a buscar fortuna sin más recursos que la temeridad, y hoy están en todas partes, por las buenas o por las malas razones, haciendo lo mejor o lo peor, pero nunca inadvertidas. La cualidad con que se les distingue en el folclor del mundo entero es que ningún colombiano se deja morir de hambre. Sin embargo, la virtud que más se les nota es que nunca fueron tan colombianos como al sentirse lejos de Colombia.

Así es. Han asimilado las costumbres y las lenguas de otros como las propias, pero nunca han podido sacudiese del corazón las cenizas de la nostalgia, y no pierden ocasión de expresarle con toda clase de actos patrióticos para exaltar lo que añoran de la tierra distante, inclusive sus defectos. En el país menos pensado puede encontrarse a la vuelta de una esquina la reproducción en vivo de un rincón cualquiera de Colombia: la plaza de árboles polvorientos todavía con las guirnaldas de papel del último viernes fragoroso, la fonda con el nombre del pueblo inolvidado y los aromas desgarradores de la cocina de mamá, la escuela 20 de julio junto a la cantina 7 de agosto con la música para llorar por la novia que nunca fue.
La paradoja es que estos conquistadores nostálgicos, como sus antepasados, nacieron en un país de puertas cerradas. Los libertadores trataron de abrirlas a los nuevos vientos de Inglaterra y Francia, a las doctrinas jurídicas y éticas de Bentham, a la educación de Lancaster, al aprendizaje de las lenguas, a la popularización de las ciencias y las artes, para borrar los vicios de una España más papista que el papa y todavía escaldada por el acoso financiero de los judíos y por ochocientos años de ocupación islámica. Los radicales del siglo XIX, y más tarde la Generación del Centenario, volvieron a proponérselo con políticas de inmigraciones masivas para enriquecer la cultura del mestizaje, pero unas y otras se frustraron por un temor casi teológico de los demonios exteriores. Aun hoy estamos lejos de imaginar cuánto dependemos del vasto mundo que ignoramos.

Somos conscientes de nuestros males, pero nos hemos desgastado luchando contra los síntomas mientras las causas se eternizan. Nos han escrito y oficializado una versión complaciente de la historia, hecha más para esconder que para clarificar, en la cual se perpetúan vicios originales, se ganan batallas que nunca se dieron y se sacralizan glorias que nunca merecimos.. Pues nos complacemos en el ensueño de que la historia no se parezca a la Colombia en que vivimos, sino que Colombia termine por perecerse a su historia escrita.

Por lo mismo, nuestra educación conformista y represiva parece concebida para que los niños se adapten por la fuerza a un país que no fue pensado para ellos, en lugar de poner el país al alcance de ellos para que lo transformen y engrandezcan. Semejante despropósito restringe la creatividad y la intuición congénitas, y contrataría la imaginación, la clarividencia precoz y la sabiduría del corazón, hasta que los niños olviden lo que sin duda saben de nacimiento: que la realidad no termina donde dicen los textos, que su concepción del mundo es más acorde con la naturaleza que la de los adultos, y que la vida sería más larga y feliz si cada quien pudiera trabajar en lo que le gusta, y sólo en eso.

Esta encrucijada de destinos ha forjado una patria densa e indescifrable donde lo inverosímil es la única medida de la realidad. Nuestra insignia es la desmesura. En todo: en lo bueno y en lo malo, en el amor y en el odio, en el júbilo de un triunfo y en la amargura de una derrota. Destruirnos a los ídolos con la misma pasión con que los creamos. Somos intuitivos, autodidactas espontáneos y rápidos, y trabajadores encarnizados, pero nos enloquece la sola idea del dinero fácil. Tenemos en el mismo corazón la misma cantidad de rencor político y de olvido histórico. Un éxito resonante o una derrota deportiva pueden costarnos tantos muertos como un desastre aéreo. Por la misma causa somos una sociedad sentimental en la que prima el gesto sobre la reflexión, el ímpetu sobre la razón, el calor humano sobre la desconfianza. Tenemos un amor casi irracional por la vida, pero nos matamos unos a otros por las ansias de vivir. Al autor de los crímenes más terribles lo pierde una debilidad sentimental. De otro modo: al colombiano sin corazón lo pierde el corazón.

Pues somos dos países a la vez: uno en el papel y otro en la realidad. Aunque somos precursores de las ciencias en América, seguimos viendo a los científicos en su estado medieval de brujos herméticos, cuando ya quedan muy pocas cosas en la vida diaria que no sean un milagro de la ciencia. En cada uno de nosotros cohabitan, de la manera más arbitraria, la justicia y la impunidad; somos fanáticos del legalismo, pero llevamos bien despierto en el alma un leguleyo de mano maestra para burlar las leyes sin violarlas, o para violarlas sin castigo. Amamos a los perros, tapizamos de rosas el mundo, morimos de amor por la patria, pero ignoramos la desaparición de seis especiales animales cada hora del día y de la noche por la devastación criminal de los bosques tropicales, y nosotros mismos hemos destruido sin remedio uno de los grandes ríos del planeta. Nos indigna la mala imagen del país en el exterior, pero no nos atrevemos que muchas veces la realidad es peor. Somos capaces de los actos más nobles y de los más abyectos, de poemas sublimes y asesinatos dementes, dé funerales jubilosos y parrandas mortales. No porque unos sacamos buenos y otros malos, sino porque todos participamos de ambos extremos llegado el caso -y Dios nos libre- todos somos capaces de todo.

Tal vez una reflexión más profunda nos permitiría establecer hasta qué punto este modo de ser nos viene de que seguimos siendo en esencia la misma sociedad excluyente, formalista y ensimismada de la Colonia. Tal vez una más serena nos permitiría descubrir que nuestra violencia histórica es la dinámica sobrante de nuestra guerra eterna contra la adversidad. Tal vez estemos pervertidos por un sistema que nos incita a vivir como ricos mientras el cuarenta por ciento de la población malvive en la miseria, y nos ha fomentado una noción instantánea y resbaladiza de la felicidad: queremos siempre un poco más de lo que ya tenemos, más y más de lo que parecía imposible, mucho más de lo que cabe dentro de la ley, y lo conseguimos como sea: aun contra la ley. Conscientes de que ningún gobierno será capaz de complacer esta ansiedad, hemos terminado por ser incrédulos, abstencionistas e ingobernables, y de un individualismo solitario por el que cada uno de nosotros piensa que sólo depende de sí mismo. Razones de sobra para seguir preguntándonos quiénes somos, y cuál es la cara con que queremos ser reconocidos en el tercer milenio.

La Misión de Ciencia, Educación y Desarrollo no ha pretendido una respuesta, pero ha querido diseñar una carta de navegación que tal vez ayude a encontrarla. Creemos que las condiciones están dadas como nunca para el cambio social, y que la educación será su órgano maestro. Una educación, desde la cuna hasta la tumba, inconforme y reflexiva, que nos inspire un nuevo modo de pensar y nos incite a descubrir quiénes somos en una sociedad que se quiera más a sí misma. Que aprovecha al máximo nuestra creatividad inagotable y conciba una ética -y tal vez una estética- para nuestro afán desaforado y legítimo de superación personal. Que integre las ciencias y las artes a la canasta familiar, de acuerdo con los designios de un gran poeta de nuestro tiempo que pidió no seguir amándolas por separado como a dos hermanas enemigas. Que canalice hacia la vida la inmensa energía creadora que durante siglos hemos despilfarrado en la depredación y la violencia, y nos abra al fin la segunda oportunidad sobre la tierra que no tuvo la estirpe desgraciada del coronel Aureliano Buendía. Por el país próspero y justo que soñamos: al alcance de los niños.
* Publicado en EL ESPECTADOR/ sección GENERAL/ 12-A/ Sábado 23 de julio de 1994